La salud indígena desde las leyes y los derechos de la naturaleza

No seré el primero en proponer de abordar la salud de los pueblos indígenas en la Amazonía ecuatoriana desde el tema de los derechos. Solo quisiera ahondar un poco más en el tema, con una mirada «otra» hacia la salud, la educación y la economía no solo desde los derechos colectivos de los pueblos indígenas, sino también desde las leyes y los derechos «propios» de la naturaleza.

Si bien los derechos de los pueblos indígenas han sido promulgados y otorgados por leyes y declaraciones nacionales e internacionales, y por supuesto por la misma Constitución del Ecuador, es decir mediante instrumentos externos, en cambio, las leyes y los derechos de la naturaleza a los que nos referimos aquí son anteriores al derecho escrito y al derecho consuetudinario. Son derechos que nacen de la misma naturaleza y que, por lo mismo, existen o forman parte de la conciencia humana, si aceptamos que la conciencia humana y la conciencia natural o universal son una. Las especies naturales negocian su derecho al espacio y la vida desde su propia «voz».

Desde el conocimiento de los origenes, que algunos pueblos indígenas de la Amazonía todavía recuerdan y conmemoran durante celebraciones rituales, las «leyes» y «derechos» de la naturaleza se encuentran en los mitos de la Creación que relatan el paso o la transición entre los «tiempos de antes» y los «tiempos de ahora». Se refiere a los «tiempos de antes» como la existencia de formas humanas y no-humanas que comunicaban entre sí mediante lenguajes y formas que los humanos del tiempo de ahora hemos olvidado. Pero, en aquellos tiempos de antes, para los que no han perdido la «memoria», todos eramos gentes.

Los relatos pan-amázonicos que a estos tiempos se refieren hablan de una «crisis» en la que las cosas andaban muy mal en el mundo. El Creador decidió entonces poner fin a este tiempo/mundo. Hubo inundaciones y fuegos grandes que pusieron fin al «tiempo de antes». Los relatos cosmogónicos varían según las culturas; algunas gentes se salvaron en un árol de wituk, otros en una caña de guadúa, para otros, fue a partir de la caida de un árbol de ceibo gigante… nuevas gentes, traídos en una gran serpiente/canoa cósmica… para dar comienzo a una nuevahumanidad…Así es como llegamos a los «tiempos de ahora».

Todavía, algunos de los pueblos -que no perdieron la «memoria», se relacionan con animales y plantas como si fueran paisanos, primos o cuñados. Desde aquella memoria, recuerdan el pacto sellado entre todas las especies, humanos y no-humanos, para que todos puedan vivir juntos bajo leyes y derechos propios. El derecho a la vida/muerte es también el derecho a la muerte/vida. Para vivir hay que cazar/matar otras especies. Este derecho es también garante del derecho a la vida. Las plantas desarrollan nuevos químicos, los insectos crean constantemente mimetismos, las bacterias y los viruses se hacen resistentes o mutan…el chaman negocia con los dueños de los animales para que entregue presas a los cazadores. En cambio, el cazador no puede comer lo que cazó, la gente tiene que cuidarse y dietar, hay que hacer rituales para agradecer a los espíritus que nos entregan los animales, hay que recordar las prohibiciones…Así todos podemos seguir viviendo y muriendo bien juntos.

Si la gente «que tiene memoria» mata animales o plantas para sus necesidades, lo hace con conciencia del peligro que conllevan estos actos predatorios. Es necesario matar para vivir, pero el acto de matar o de extraer recursos naturales desencadena una contra-predación. Al quitarle vida a la naturaleza, la naturaleza «busca» como «recuperarla» la vida que se le quitó. Puede manifestarse desde enfermedades, escasez de animales, inundaciones, accidentes y muchas otras formas. Algo sucede para restablecer una suerte de equilibrio, para que todas las especies pueden seguir viviendo/muriendo… así se cura el mundo.

Qué extraño es ese mundo en el que vivimos y morimos! El virus es apenas un ser vivo, que para vivir tiene que buscar y hospedarse en un otro ser vivo. Y eso puede hacer que ese ser -hospedero- pueda morir. Pero ese ser no quiere morir y para eso tiene derecho a matar al virus. Ambos cumplen con los mismos derechos.

Desde la noche de los tiempos, millones de bacterias y viruses – entre los «buenos» y de los «malos»- libran batallas interminables en nuestros cuerpos. Qué extraño es ese mundo movido por fuerza de creación-destrucción! Ni bueno ni malo…manifestación del gran juego cósmico que los Indios de la India llaman «Lîlâ»…

Más vendrá si el Creador me da vida…

DL

Salud, Cultura y Naturaleza